Chromaticity differential thresholds and general metamerism indexes

El artículo «Chromaticity differential thresholds and general metamerism indexes» escrito por L. Jiménez del Barco, E. Hita y J. Romero en 1986, se adentra en la comprensión de los umbrales diferenciales de cromaticidad y los índices generales de metamerismo. Los autores exponen un estudio exhaustivo de cómo distintos estímulos de color, a pesar de tener distribuciones espectrales diferentes, generan la misma percepción visual en observadores humanos bajo condiciones experimentales idénticas.

El estudio se centra en el análisis de los umbrales diferenciales de cromaticidad determinados a partir de cinco estímulos de referencia, cada uno con tres valores diferentes de grado de metamerismo más una condición isomérica. Estos valores se obtienen a partir de igualaciones metamericas, donde cada igualación se caracteriza por un grado específico de metamerismo. En particular, los autores destacan la importancia de los índices generales de metamerismo para cuantificar las diferencias en las distribuciones espectrales de los estímulos que producen la misma sensación de color, proporcionando una medida cuantitativa del grado de metamerismo.

El artículo evalúa los índices propuestos por Judd y Wyszecki, así como las modificaciones que buscan evadir las limitaciones experimentales relacionadas con las condiciones de luminancia constante. Judd y Wyszecki sugieren medir el metamerismo mediante diferencias simples en las radiancias espectrales de los estímulos, mientras que Nimeroff y Yurow proponen un índice que evite la dependencia de la luminancia dividiendo la expresión por la magnitud radiométrica de un estímulo de referencia. Lozano, por su parte, presenta modificaciones adicionales que consideran la independencia de la luminancia y podrían resolver problemas específicos en la zona de longitud de onda corta.

Los resultados experimentales, obtenidos mediante colorímetros Donaldson y filtros de diferentes distribuciones espectrales, implican a tres observadores con visión normal del color. Los estímulos se seleccionaron con colores que abarcan azul, púrpura, rojo-anaranjado, amarillo y verde-amarillento, con iluminancias bajas en rango fotópico. Los intervalos entre la exposición de los estímulos y el entorno oscuro se mantuvieron constantes para evitar la fatiga y los condicionamientos psicológicos de los observadores.

Los resultados muestran que las secciones elípticas de los umbrales para un estímulo de referencia bajo diferentes grados de metamerismo no siempre comparten cromaticidades comunes, lo cual revela diferencias entre las cromaticidades predichas por el observador estándar CIE-1931 y las realmente observadas. Estas diferencias se acentúan especialmente cuando se usan colores primarios con una distribución espectral amplia.

La discusión de los resultados se centra en la falta de correlación entre los valores de los índices generales de metamerismo y los parámetros característicos de las elipses de discriminación. Esto subraya un problema identificado por Billmeyer: la dificultad de basar un índice de metamerismo general en diferencias espectrales cuando no hay diferencia de color observable. Los investigadores concluyen la necesidad de especificar no solo el valor numérico total del índice de metamerismo, sino también la contribución de cada uno de sus componentes y los datos de igualación de color utilizados.

En definitiva, el trabajo de Jiménez del Barco, Hita y Romero presenta un análisis detallado y riguroso de la percepción cromática y cómo los índices de metamerismo pueden ayudar a entender las discrepancias entre predicciones teóricas y observaciones prácticas en la percepción del color .

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