La digitalización del patrimonio cultural es fundamental tanto para la preservación como para la difusión de la información histórica y cultural. La imagen digital, a menudo denominada «Imagen-Código», es considerada imperecedera debido a su capacidad para almacenar y transmitir información precisa y detallada acerca de objetos culturales y artísticos. Este proceso de «transcodificación» convierte las imágenes continuas en imágenes discretas, permitiendo una descripción matemática y una potencial manipulación algorítmica que optimiza su preservación y accesibilidad.
La importancia de la digitalización radica en su capacidad para conservar la información a largo plazo, a pesar de la obsolescencia tecnológica de los dispositivos que utilizan. La información en sí misma no envejece, pero los formatos en los que se almacena pueden volverse obsoletos, lo que hace crucial la elección de formatos estándar, abiertos y evolutivos para asegurar su supervivencia. Estos formatos deben ser capaces de encapsular metadatos que describen tanto los atributos generales y específicos de la imagen, como los procesos involucrados en su creación y manipulación. Ejemplos de estándares relevantes incluyen Exif para los metadatos de las imágenes digitales, y más generales como TIFF o PNG, que son populares para la preservación a largo plazo debido a su compresión sin pérdida.
La metodología en la imagen científica se centra en garantizar la calidad y fidelidad de las imágenes a través del control riguroso de todos los procesos involucrados. Según la ISO 9000, la calidad no es intrínseca al objeto en sí, sino al método de producción que lo origina. Por lo tanto, se deben seguir estándares internacionales de control de calidad y protocolos de documentación para asegurar que las imágenes digitales sean reproducibles y fieles a los originales. Estos protocolos incluyen la discretización espacial y de luminancia, la cual determina la capacidad de una imagen para representar detalles finos y colores con precisión.
Además, la digitalización añade un valor significativo al patrimonio cultural al hacerlo accesible y comprensible para una audiencia más amplia, y al permitir estudios detallados y análisis que de otro modo serían imposibles. La «Imagen-Código» en particular, no se limita a representar visualmente un objeto, sino que codifica la información necesaria para entender todas las técnicas de elaboración y formas de alteración que pueda tener.
En cuanto a la presentación, la digitalización permite que las imágenes se presenten de manera uniforme y coherente, independientemente del dispositivo utilizado, gracias a la normalización de las condiciones de visualización. Esta es una diferencia clave con respecto a las imágenes analógicas, que son mucho más susceptibles a variaciones en la percepción dependiendo del medio en que se presenten.
En resumen, la digitalización del patrimonio cultural a través de métodos rigurosos de transcodificación y preservación de la «Imagen-Código» no solo asegura la longevidad de la información, sino también su accesibilidad y utilidad para futuras generaciones. La atención a los detalles técnicos y la adherencia a estándares internacionales en la creación y mantenimiento de estas imágenes garantiza que puedan ser reproducidas fielmente y utilizadas como herramientas para la educación y la investigación.
Resumen del artículo: García, L., & Pereira, J. (2019). La Arquitectura de la Imagen Digital. ASRI. Arte y Sociedad. Revista de Humanidades digitales, julio.