La historia del control de calidad en la digitalización del patrimonio cultural se desarrolla a lo largo de varias décadas, desde los pioneros esfuerzos en los años ochenta hasta la consolidación de estándares internacionales y técnicas avanzadas en el nuevo milenio.
La digitalización del patrimonio cultural comenzó a ganar relevancia a fines de los años ochenta y principios de los noventa, a medida que instituciones como la National Gallery y el British Museum comenzaron a investigar la idoneidad de la imagen digital como herramienta para la preservación del patrimonio. Autores como Kirk Martinez y David R. Saunders fueron fundamentales en esta etapa inicial, al examinar los problemas y las oportunidades que las imágenes digitales presentaban.
Uno de los primeros proyectos significativos en este ámbito fue el VASARI, desarrollado a finales de los ochenta y principios de los noventa, que se centró en la captación de imágenes digitales de alta resolución. Este proyecto y otros similares, como los trabajos de Robert Bednarik en el arte rupestre, contribuyeron a establecer los cimientos para una comprensión más profunda de cómo las imágenes digitales podían servir como datos científicos y como medios para el diagnóstico y estudio de bienes culturales.
A medida que la tecnología de imagen digital avanzaba, también lo hacía la necesidad de establecer estándares de calidad. En los años noventa, el International Color Consortium (ICC) estableció los estándares de color que hoy son fundamentales para la gestión del color en la digitalización. Estos estándares ayudaron a asegurar una mejor representación colorimétrica de los objetos digitalizados.
La entrada en el nuevo milenio vio una mayor formalización de los estándares y prácticas de control de calidad. Expertos como Robyn Myers, Roy Berns, Murphy, Peter Burns y Don Williams contribuyeron significativamente a esta etapa, abordando la fidelidad de la representación digital de obras de arte y bienes culturales. Sus investigaciones formaron la base de compendios de recomendaciones técnicas como las «Technical Guidelines for Digitizing Cultural Heritage Materials» alrededor de 2004 en Estados Unidos, y el proyecto Metamorfoze en los Países Bajos, que se publicó en 2012 pero cuyos trabajos comenzaron mucho antes.
En España, el Ministerio de Cultura publicó en 2005 las «Directrices para proyectos de digitalización de colecciones y fondos de dominio público», donde se intentó abordar algunos conceptos técnicos sobre la digitalización. Sin embargo, estos esfuerzos a menudo se quedaron como declaraciones de intenciones, con una implementación limitada en términos de resolución de problemas técnicos específicos relacionados con la captura y formación de imágenes digitales. Esto puso de manifiesto una brecha entre las recomendaciones sobre la gestión del archivo y la verdadera comprensión de los datos digitalizados.
La digitalización no debe verse solo como la copia de artefactos, sino como la búsqueda de su representación digital precisa. Esto implica que no solo se trata de cómo exponemos o iluminamos los objetos, sino de cómo garantizamos que se capturen fielmente todos los atributos del objeto, como forma, color o textura. La calidad de la digitalización debe estar a la altura de cualquier otra intervención de conservación y restauración, con garantías y reglas claras que aseguren la correcta preservación digital.
En resumen, el control de calidad en la digitalización del patrimonio cultural ha evolucionado a través de un proceso de investigaciones pioneras, el establecimiento de estándares internacionales y la creación de directrices y protocolos técnicos. Este progreso ha sido crucial para asegurar que las imágenes digitales sean representaciones fieles y útiles para la preservación y el estudio del patrimonio cultural.
Resumen del artículo: Pereira Uzal, J. M. (2018). El control de calidad en la digitalización de bienes culturales. Revista PH, 95. https://doi.org/10.33349/2018.0.4226
