La digitalización del patrimonio cultural ha emergido como una herramienta invaluable en el ámbito de la preservación y la divulgación cultural. En un escenario donde la fotografía digital se ha vuelto omnipresente, la capacidad de capturar y conservar copias digitales precisas de artefactos y obras de arte ofrece beneficios que van más allá de la simple reproducción de imágenes.
La digitalización permite salvaguardar ciertos aspectos de una obra de arte pertinentes para su conservación y comprensión a lo largo del tiempo. Según José Manuel Pereira Uzal, la fotografía científica no debería considerarse así solo porque documenta objetos científicos o supuestamente reales, sino porque se obtiene mediante un método científico que garantiza la representatividad de cada imagen.
Uno de los usos más críticos de la digitalización es en la restauración y preservación de obras fílmicas, fotográficas o audiovisuales. En estos casos, la falta de estrategias de gestión de la calidad puede llevar a aproximaciones subjetivas del original, cuya fidelidad o representatividad se vuelve una incógnita. Por lo tanto, la gestión del color en la digitalización es esencial para documentar de manera precisa atributos como la colorimetría de una obra, lo cual es vital para su preservación futura.
La inquietud por documentar el patrimonio en imágenes se remonta a los inicios de la fotografía misma. Desde la documentación precisa para la reconstrucción de edificios por parte de Albrecht Meydenbauer en 1858, hasta las reproducciones sistemáticas de obras del Museo del Prado por fotógrafos como Jean Laurent, los objetivos de estas documentaciones varían entre la preservación y la divulgación. Estos dos enfoques en la fotografía patrimonial—preservación y divulgación—siguen siendo relevantes en la actualidad y a menudo se mezclan de manera incorrecta en muchos proyectos de documentación gráfica.
La digitalización del patrimonio como medio de divulgación busca ofrecer imágenes atractivas y accesibles, mientras que como medio de preservación se centra en ser fiel y precisa, presentándose como evidencia científica de una obra. Para ello, es crucial implementar procesos de control de calidad. La colorimetría, por ejemplo, es esencial en este contexto ya que permite documentar y analizar los colores de una obra de forma precisa, un aspecto crítico para su preservación a largo plazo.
A nivel metodológico, la digitalización del patrimonio implica una serie de pasos técnicos y científicos. Primero, la caracterización y perfilado del dispositivo de captura, que incluye conocer y calibrar el espacio de color del dispositivo usado. Luego, la documentación del color de las muestras digitalizadas y la evaluación del producto final para asegurar su fidelidad y representatividad. Todo esto se complementa con la documentación precisa de los datos obtenidos, incluyendo metadatos adjuntos a los perfiles de color y informes detallados del proceso.
En conclusión, la digitalización del patrimonio cultural no solo facilita la accesibilidad y divulgación de la cultura, sino que juega un papel vital en la conservación y preservación de obras históricas. La implementación de métodos rigurosos de control de calidad y gestión de color garantiza que las reproducciones digitales sean representativas y precisas, permitiendo conservar la esencia de las obras para futuras generaciones.
Resumen del artículo: Pereira-Uzal, J. M. (2013b). Digitalización y documentación del patrimonio de la divulgación a la preservación: De la divulgación a la preservación. Una aproximación al control de calidad en la gestión del color. Conservación de arte contemporáneo: 14a jornada, febrero 2013, 55-64.