Una de las dificultades en las que se ven inmersos con frecuencia, los profesionales que deben enfrentarse a proyectos relacionados, en cierta manera con la gestión del color, tales como trabajos de digitalización, documentación o restauración de material fotográfico o audiovisual, es la capacidad para documentar o transmitir un color de forma fiel, o cuanto menos eficaz a otros profesionales.
Para adentrarnos en este problema y sus posibles soluciones, tenemos que ser conscientes previamente de ciertas características determinantes para la percepción de un color:
- La paleta de posibles colores esta representada por lo que se conoce como los espacios CIE. Se trata de espacios tridimensionales donde a partir de una terna de valores de tipo XYZ es posible ubicar un color particular. Un gamut es un área con unas dimensiones particulares dentro de un espacio CIE y por tanto con una gama o paleta de colores particulares.
- Cada dispositivo capaz de capturar o representar una paleta de colores, va a realizar esta tarea en función de cualidades inherentes a su construcción o naturaleza.
Cada dispositivo, por tanto, posee su propio espacio de color o gamut denominado “espacio dependiente del dispositivo” ya que es característico de ese dispositivo en particular. Un espacio de color dependiente, significa que las imágenes resultantes de ese dispositivo poseen una representación del color característica de dicho dispositivo o espacio. Espacios dependientes de un dispositivo son por ejemplo el RGB ya que dichos valores son el resultado de la conversión analógico-digital de dispositivos cómo cámaras o escáneres. - Los espacios de color dependientes de un dispositivo, pueden ser convertidos en espacios de color independientes mediante operaciones de conversión entre espacios de color. El espacio de color independiente más común es el LAB o CIELAB basado en el modelo de visión humano y capaz de representar todos los colores perceptibles independientemente del dispositivo que los ha generado. Las operaciones de conversión entre espacios de color dependientes e independientes son posibles gracias al uso de perfiles de color ICC y la existencia de los Color Matching Module, o motores incluidos en nuestros sistemas operativos y herramientas gráficas encargados de realizar dichas conversiones a partir de los algoritmos suministrados por los perfiles.
- Junto a los espacios de color dependientes, o independientes de un dispositivo, tenemos los espacios de color de trabajo, que son espacios concebidos para restringir una gama de colores a una paleta estandard. Ejemplos de espacios de color de trabajo son el sRGB, Adobe RGB los cuales ofrecen una gama de colores más o menos reducida con el fin de lograr una visualización más o menos correcta independientemente del dispositivo. Existen otros espacios de color de trabajo como el Prophoto RGB que están orientados al trabajo con prácticamente todo el espacio de color disponible.
- La percepción de un color es una experiencia condicionada por el entorno o condiciones de visualización bajo las que observemos un determinado color. Por este motivo existen normas cómo la ISO 12646 Graphic technology — Displays for colour proofing — Characteristics and viewing conditions o ISO 3664 Graphic technology and photography — Viewing conditions, encargadas de definir condiciones de visualización con el fin de minimizar los errores en la inspección de material gráfico.
- La percepción final del color de una imagen a través de un dispositivo digital es el resultado de una serie de conversiones entre espacios dependientes e independientes entre los diferentes dispositivos que componen nuestro entorno de trabajo, junto con las condiciones de observación de dicha imagen.
Una parte importante de la problemática del color digital, es controlada por los perfiles de color en sus diferentes variedades y aplicaciones, así por ejemplo los tipo perfiles más interesantes son:
- Perfiles tipo input: encargados de convertir el espacio de color dependiente de un dispositivo en un espacio de color independiente. De una forma coloquial, podemos decir que dichos perfiles se interponen entre la imagen original o lo que es lo mismo sus valores RGB y nosotros, realizando diversas conversiones que nos permiten ver la imagen tal cómo es independientemente del dispositivo que la ha creado. Como dijimos anteriormente, el resultado de este tipo de perfiles es un espacio de color tipo LAB.
- Perfiles tipo display: Son perfiles destinados a espacios de trabajo, y en general van asociados a imágenes destinadas a su visualización y distribución electrónica. Bajo este nombre también se clasifican los perfiles que se interponen entre la tarjeta gráfica y nuestro monitor realizando conversiones entre los valores RGB arrojados por este.
- Perfiles tipo output: Encargados de simular el resultado de una impresora con unas tintas papel particular. Los perfiles de salida no modifican características de la impresora, sino que se usan en técnicas de proofing para poder anticipar el resultado de una impresión.
En este punto ya tenemos algún indicio de que los valores RGB de una imagen son en cierta manera muy poco fiables ya que están subyugados a las condiciones de visualización impuestas por los perfiles tipo input o display. De esta manera, sería más correcto hablar de valores LAB, pues es el espacio que esta más próximo a nuestra visión y es independiente del dispositivo que ha generado dicha imagen.
Sin embargo aún hablando de LAB y no de RGB podemos asegurar una experiencia un tanto objetiva de un color. Para ello es necesario hablar de los flujos de trabajo relativos a la gestión de color, que serán los encargados de dar una cierta fiabilidad a los colores percibidos.
La gestión de color son aquellas técnicas, encargadas de mantener constante el color a lo largo de la cadena de dispositivos que forman nuestro entorno de trabajo: desde la realidad a nuestro monitor o impresora.
Por ejemplo un flujo de gestión de color característico para dispositivos de entrada seria el siguiente:
1.- Caracterizado o perfilado de un dispositivo. A través de este proceso y con ayuda de una carta de color (IT8, Colorchecker, etc )y un software de creación de perfiles de color ICC, podemos crear un perfil de tipo input que asignado a una imagen resultante de dicho dispositivo nos permite crear un espacio de color independiente del dispositivo y así percibir los colores de dicha imagen de forma relativamente próxima a la realidad.
2.- Opcionalmente convertir dicho espacio de color independiente del dispositivo en un espacio de trabajo del tipo sRGB o Adobe RGB si vamos a distribuir nuestra imagen en ciertos ámbitos, aunque mejor sería usar Prophoto RGB para conservar el máximo de gamma posible
En estos dos pasos he usado dos términos de una cierta relevancia: uno ha sido “asignar” un perfil de color y otro “convertir” a un espacio de color.
El primer término “asignar”, permite interponer un perfil de color entre los valores RGB de una imagen un nuestra visión, pero este proceso es reversible, ya que podemos sustituir dicho perfil por cualquier otro sin que los valores RGB de la imagen sufran alteraciones, aunque obviamente si su apariencia final.
El segundo término “convertir” permite convertir una imagen desde un espacio de color independiente del dispositivo, por tanto debe ser una imagen con un perfil del tipo input asignado previamente, al espacio de color de un perfil del tipo display o de trabajo. En los procesos de conversión, los valores RGB de la imagen se aproximan a los percibidos a través del espacio LAB pero dentro del espacio del perfil de trabajo sRGB, etc,… Este proceso no es reversible pues ha habido una transformación de los valores RGB originales de la imagen.
La conversión entre espacios puede tener múltiples motivaciones, sin embargo para el tema que nos ocupa es interesante a la hora, por ejemplo, de describir el color de una imagen en términos RGB, ya que el resultado de convertir una imagen al estándar sRGB es una imagen con valores RGB compensados por la acción de un perfil de tipo input.
Tamaño de muestra.
Un problema relativo a la percepción del color, es la influencia sobre éste de los colores que lo rodean. Cuando pretendemos determinar el color de una área de una imagen, la percepción que tenemos de ese área, es el resultado del promedio, posiblemente varias decenas o cientos de pixeles de colores más o menos similares.
Si tomamos el color de uno de esos pixeles y lo descontextualizamos, probablemente obtengamos un color no especialmente representativo de nuestra área o mancha de color a documentar. Esto es lo que crea el problema del tamaño de muestra, cuanto más reducido menos representativo.
En herramientas cómo Photoshop es posible, definir el tamaño de muestra de acorde a la superficie de la mancha de color a determinar, de forma que el resultado de dicha muestra sea el promedio de un área de 5×5, 6×6 pixeles, etc… creando muestras de color un tanto más verosímiles.
Otra forma de enfrentarse a este problema es usar herramientas como posterizar o pixelar, que nos crean abstracciones de nuestras imágenes con gamas tonales resumidas.
Evaluación de los procesos
Cuando nos disponemos a documentar una serie de colores de una superficie a través de dispositivos del tipo cámaras o escáneres, es preciso acompañar nuestros especímenes de cartas de color correctamente referencias, esto quiere decir, cartas de color de las cuales conozcamos los valores LAB de sus parches de color, con el fin de poder realizar una evaluación entre los colores obtenidos en nuestra imagen y los esperados a través de cálculos delta-e de diferencia entre colores.
La evaluación de resultados a través de cálculos de diferencia de color, al estilo de los procedimientos de soft-proofing o hard-proofing, son imprescindibiles para determinar los márgenes de error y por tanto de la calidad de nuestros proyectos.